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Kino – Gruppa Krovi

 

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Artista: Kino [Кино]
Título: Gruppa Krovi [Группа крови]
Año: 1988
País: Rusia iconfinder_flag-russia2x_748044

La historia que traemos hoy es trágica por partida doble: por un lado, se trata de una carrera truncada violenta e inesperadamente en su momento cumbre; por otro lado, el momento en el que dicha historia terminó coincidió con el que indudablemente fue el mayor punto de inflexión de la segunda mitad del siglo XX (la caída de los regímenes socialistas en Europa y la consiguiente apertura de Europa oriental hacia occidente), dejando la incógnita sobre cómo hubiera evolucionado esta banda en el nuevo contexto y qué le deparaban los años 90 a este grupo.

Hablar de Kino es hablar, principalmente, de Viktor Tsoi. Este cantante y guitarrista de ascendencia coreana por parte de padre, nacido en Leningrado (actual San Petersburgo), fue el alma de Kino desde su fundación y cuando falleció, el grupo dejó de existir con él. Desde muy joven, con su amigo Alexei Rybin frecuentaba los ambientes underground de Leningrado (y ocasionalmente Moscú), interactuando a menudo con otros músicos (entre ellos Boris Grebenshchikov, de Akvarium, Svin Panov de Avtomaticheskie udovletvoriteli o Mike Naumenko de Zoopark) y entendidos musicales (entre ellos Artemy Troitsky, el más importante periodista ruso especializado en rock). Tsoi solía interpretar sus canciones, acústica en mano, allá donde le dejaran. En 1981 junto con Rybin y el batería Oleg Valinsky fundaron el grupo Garin i giperboloydy, que poco después sería renombrado como Kino (Cine), tras ser reclutado Valinsky para ir a la guerra de Afganistán.

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En 1982 Kino grabó su primer álbum, titulado 45, en condiciones verdaderamente precarias, con un sonido predominantemente acústico y la ayuda de una máquina de ritmos a modo de percusiones. La extraña voz de Tsoi, cercana a lo gutural (aunque más clara aquí que en ocasiones posteriores) ya estaba ahí, y su talento para las melodías es claro desde el primer momento. Los siguientes discos fueron evolucionando hacia un estilo más pulido, basado en el post-punk y la new wave en su vertiente más rockera, dejando de lado los sonidos electrónicos y utilizando los teclados únicamente de manera ocasional, alcanzando un altísimo nivel con su quinto lanzamiento, Ночь [Noch’] en 1986, que contiene himnos generacionales como Видели ночь [Videli noch’] o Мама-Анархия [Mama-Anarkhia]. Por aquel entonces ya eran un grupo muy popular entre la juventud soviética, y su aparición en la película “Assa” de Sergei Solovyov en 1987 no hizo sino aumentar su popularidad, dando lugar a lo que se conoció como Kinomania. Para entonces la formación de la banda, aparte de Tsoi a la guitarra y la voz, la completaban Yuri Kasparian a la guitarra solista, Georgiy Guryanov a la batería e Igor Tikhomirov al bajo.

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En estos discos ya se apreciaba que Kino eran una banda diferente. Quizá se deba simplemente a que Tsoi era uno de esos compositores especiales, con una facilidad espectacular para parir temazos más allá de su formato y de las circunstancias de su grabación, pero la música de Kino tiene algo que llega muy adentro y cautiva para siempre. A mí al menos me pasó. Esas guitarras, ya sean acústicas o eléctricas, siempre encontrando el acorde adecuado, y esa voz, tan rara al inicio y tan humana y cálida cuando aprendes a saborearla, hacen que todas y cada una de las canciones de Kino tengan algo a lo que agarrarse en el peor de los casos, algo que te haga ver que no las ha hecho un cualquiera.

Ahora bien, posiblemente ni los mayores fanáticos podían imaginar el salto cualitativo que vendría en 1988 con la edición del disco del que hablamos hoy. No tengo muy claro qué pasó, pero aquí todo es mucho más serio, más elegante. Las canciones son más importantes. Comparado con el alocado inicio de su disco anterior, la apertura del álbum con su tema homónimo es una auténtico puñetazo en la cara, con un riff espectacular y un ritmo machacón que encaja como un guante. El título “Группа крови” [Gruppa krovi] significa “Grupo sanguíneo” y hace alusión a la etiqueta con dicho dato que llevaban los soldados en Afganistán bordada en la camisa, siendo el tema un alegato contra dicha guerra que se estaba convirtiendo en un matadero de jóvenes soviéticos (los historiadores generalmente simplifican Afganistán como «el Vietnam de la URSS”). Si bien la producción deja aún un poco que mejorar (el sonido de batería podría ser bastante mejor, las guitarras son algo débiles para un tema tan rockero), el salto con respecto a los anteriores discos es más que notable. En una línea más melódica e incluso romántica tenemos “Закрой за мной дверь, я ухожу” [Zakroy za mnoy dver’, ya ukhozhu] con un simple pero hermoso piano, la tétrica “Спокойная ночь” [Spokoynaya noch] o el cierre de disco con “Легенда” [Legenda], donde de manera voluntaria o no, podemos escuchar a Tsoi haciendo de Leonard Cohen. La dinámica del disco varía alternando temas furiosos y urgentes como “Война” [Voyna], que precisamente significa “Guerra” o “Мама, мы все сошли с ума» [Mama, my vse soshli s uma], traducido como “Mamá, nos hemos vuelto todos locos”, con otros más ligeros, como el desenfadado “»Прохожий» [Prokhozhiy] con sus coritos ceranos al glam o el sintético reggae de «Бошетунмай» [Boshetunmai]. Pese a que el sonido el disco es bastante homogéneo, la variedad de un tema a otro hace que escucharlo de principio a fin resulte una experiencia muy amena, dejando ganas de volver a empezar cuando termina.

Aún quedarían algunos puntos álgidos de su carrera. En 1989 grabarían Последний герой [Posledniy geroy] en París, con varios temas de toda su carrera con una producción mucho mejor (incluyendo varios temas de este disco, que ahora sí, suenan como un trueno) y Звезда по имени Солнце [Zvezda po imeni Solntse], un discazo que sigue en la senda iniciada por el anterior. Desgraciadamente, en 1990, Tsoi moriría a sus 28 años en un violento accidente automovilístico en Letonia, cuando volvía del estudio de grabar nuevas canciones. Las cintas pudieron rescatarse y el resto las completó con sus aportaciones para dar lugar a Кино [Kino], tambíen conocido como Чёрный альбом [Chiorniy albom], o Álbum negro, de nuevo un disco espectacular que sirve como broche dorado a la trayectoria de la banda.

Como digo, solo queda especular con qué habría pasado de no haber fallecido Tsoi. En la segunda mitad de los 80 ya habían hecho algunas actuaciones en Europa Occidental y en Estados Unidos y la apertura de Rusia a Occidente tras la caída del socialismo auguraba una gran década para ellos. Solo nos queda disfrutar de su legado, que al contrario que en otras muertes prematuras del rock, no fue escueto.

Aria – Geroy asfalta (1987)

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Artista: Aria [Ария]
Título: Geroy asfalta [Герой асфальта]
Año: 1987
País: Rusia iconfinder_flag-russia2x_748044

Uno de los tópicos más recurrentes sobre la Unión Soviética es la excesiva burocratización del aparato estatal, y cómo lograr sacar adelante cualquier proyecto que no cumpliera los criterios establecidos por el Estado (lo cuales podían ser muy puñeteros) era una tarea ardua. Debido a esto la escena de música pop y rock durante lo que podrían haber sido sus mejores años quedó seriamente mermada, obligando a muchos artistas a moverse entre los círculos extraoficiales, con algunas destacadas excepciones que contaron con el beneplácito de las autoridades. Si bien las reformas económicas llevadas a cabo durante los años de Gorbachov fueron, en una primera instancia, un verdadero choque económico del que la mayoría que vivió aquella época guarda un muy mal recuerdo, sus reformas sociales permitieron una mayor libertad de expresión y divulgación de material artístico, lo que llevó a que surgieran bastantes grupos de rock muy interesantes, incluyendo una pequeña escena de heavy metal, en la que destacaron estos Aria que nos ocupan hoy.

Más de una vez apodados “los Iron Maiden soviéticos”, es cierto que puede percibirse en su música una clara influencia de los Maiden de discos como The Number of the Beast, Piece of Mind o Powerslave: el bajo intenta emular al de Steve Harris en más de un momento, las melodías de guitarras evocan claramente al dúo Smith/Murray y poseen el putno de equilibrio que permitía a los ingleses ofrecer canciones épicas, con sustancia y vocación de himno pero al mismo tiempo manteniendo el macarrismo rockero que tan natural les salía en aquella época. Pese a todo, creo que sería injusto tacharlos de ser una vil copia, dado que su música, sin tener ningún elemento especialmente rompedor, sabe transmitir un aura propia, y además cuenta con la particular voz de Valery Kipelov, a medio camino entre la rudeza del heavy y un lirismo que parece venir de un cantante de ópera frustrado, con potencia, rango y el atractivo del idioma ruso, que parece encajar muy bien con el estilo.

Geroy asfalta es su tercer disco, cuya formación completan Vitali Dubinin al bajo, Vladimir Holstinin y Sergei Mavrin a las guitarras y Mihail Udalov a la batería. La composición de la música queda repartida entre todos los miembros salvo el batería, y los textos corren a cargo de la letrista Margarita Pushkina. En general estamos ante un muy buen disco, que agradará más o menos dependiendo de la afinidad al género de cada oyente: quien sea un apasionado del sonido de heavy metal clásico y disfrute encontrando joyas perdidas de la NWOBHM, aquí hallará una gran fuente de placer; quien por el contrario disfrute moderadamente del estilo y no repare demasiado en un disco de heavy metal a no ser que sea tan bueno como el Sad Wings of Destiny de Judas Priest, quizá este disco le pase sin pena ni gloria. Yo me encuentro en un punto intermedio y en general me gusta bastante, con algún que otro momento que me hace levantarme de la silla.

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El disco comienza con un fragmento de una grabación del clásico napolitano “Santa Lucia”, siendo este el único momento de reposo que se nos da. Tras esta breve intro arranca el poderosísimo riff de “На службе силы зла” (“Na sluzhbe sil’ zla”) que da comienzo a un tema frenético de heavy clásico acelerado, salvo un interludio tras el solo con coros que recuerdan a cantos de guerra (no por nada el título significa “Al servicio de las fuerzas del mal”), con un estribillo a la altura de los mejores del género. Seis minutos  en los que la intensidad no decae. A partir de ahí iremos encontrando canciones de puro heavy metal, algunas más alegres, otras más oscuras, algunas más lentas, otras más rápidas, y todas con pretensión de ser algo importante (el tema más corto no llega a los cinco minutos).

La homónima “Герой асфальта“ (“Geroy asfalta”) nos deleita con un festival de riffs a cada cual mejor y con unos ritmos galopantes que recuerdan a la ya mencionada banda inglesa, mientras que el medio-tiempo “Мёртвая зона” (“Miortvaya zona”), en la onda de, por ejemplo, on “Flight of Icarus”, ofrece un momento más contemplativo, con un solemne y elegante estribillo. La energía vuelve con el momento más puramente Maiden (sus riffs bien podrían estar en Piece of Mind) del disco, “1100”, y por otra parte “Улица Роз” (“Ulitsa roz”) resulta ser el número más angustioso del disco, con un riff que recuerda al de “Princess of the Dawn” de Accept.

Se reservan para el final la pieza de ocho minutos y medio “Баллада о древнерусском воине” (“Ballada o drevnerusskom voine”), que combina todos los elementos definitorios del disco y algunos propios, partes lentas y más rápidas muy bien enlazadas y pasajes de guitarra que se acercan al power metal, consiguiendo el galardón de mejor tema.

Tanto para apasionados del género como para etnógrafos musicales, así como para curiosos que quieran ver cómo le sienta el ruso al heavy metal, no puedo dejar de recomendar este disco.