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[ESPECIAL] Día de la Hispanidad 2019

Es difícil determinar, de la persona que somos en un instante dado, qué parte llevamos dentro de manera innata y qué parte es fruto de nuestro entorno. Está claro que ambas cosas influyen, y que si hubiera nacido no digo ya en otro país, sino en otra ciudad de España o incluso en la misma ciudad, o en la misma calle, pero en otro entorno familiar, no sería exactamente la misma persona que soy a día de hoy. Me gusta imaginar, a pesar de esto, que igualmente me gustaría la música, aunque puede que no exactamente la misma. Y me gusta imaginar que la parte más inherente a mí es mi inquietud, ese espíritu curioso que me empuja a querer conocer más, a descubrir más cosas. Esa hambre de aventuras y de aprendizaje que no pocas veces me genera frustración y ansiedad ante la perspectiva de que hay más discos por escuchar, más libros por leer, más ciudades por visitar que sin duda me encantarían de los que, desde una perspectiva realista, podría llegar a conocer en diez vidas. Me gusta pensar que, al igual que siendo español disfruto rebuscando entre los mejores discos de rock de la Polonia socialista, si fuera polaco en algún momento de mi vida habría llegado a escuchar a Leño, a Barón Rojo o a Triana. Me gusta pensar que en una realidad paralela yo estaría escribiendo sobre el Rock del Resto del Mundo en griego. Qué demonios, quizá ese chico griego hablando sobre las bondades de la música que no sea inglesa, americana ni griega exista.

Esta semana, con motivo de la fiesta nacional de España, he decidido ponerme en la piel de aquel hipotético yo de una realidad paralela que no nació al sur de los Pirineos, sino al este de los Cárpatos o en la costa sur del Mar Negro, y que se dedica a vivir aventuras musicales por el mundo con la inestimable ayuda de una conexión a Internet y la pandilla de viejos zorros de la tienda de vinilos.

Como siempre, el criterio es caótico y visceral. No se trata de ser exhaustivo, no se trata hablar de lo mejor. A fin de cuentas, tampoco sé si el resto de discos de los que he hablado son lo mejor de cada país, ni me importa. Se trata de hablar de cosas que me gustan y que espero que os gusten también a vosotros.

Aquí va una colección de nueve discos que me parecen buenísimos. Cada uno ha sido elegido por razones distintos. Algunos son clásicos consolidados, otros rarezas ocultas. Y me dejo fuera algunas opciones obvias para el caso de que vuelva el año que viene repita.

El orden es aleatorio.

Ñu – Cuentos de ayer y de hoy (1978)

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Origen: Madrid

Me gusta decir que este es el disco de metal progresivo más antiguo del que tengo constancia. No sé si es verdad. Intento pensar un disco que sea puramente progresivo y además se pueda clasificar sin duda como metal, no simplemente rock duro, y no se me ocurre. Y aunque no fuera el primero, sí es un disco muy avanzado para su época, puesto que el género de metal progresivo no estaba consolidado como corriente aún.

Ñu eran por entonces la banda liderada por el cantante y flautista José Carlos Molina y con los años se irían transformando en el proyecto de Molina más acompañantes. A lo largo de su carrera harían heavy, hair metal, música medieval eléctrica y acústica y algunas cosas ciertamente inclasificables, a veces con más acierto que otras, pero siempre con gran personalidad. Nunca conseguirían, eso sí, superar este monumental compendio de seis canciones, que incluyen intrincadas y desquiciadas piezas como “Preparan” o “Profecía” o grandiosos tótems progresivos como “Paraíso de flautas”. Para mí, el mejor disco hecho en España. Aunque quizá nadie más lo comparta.

 

Triana – El patio (1975)

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Origen: Sevilla

Uno de los clásicos indiscutibles del rock progresivo español, y una de las bandas nacionales con mayor personalidad y que mayor influencia han arrojado sobre generaciones futuras. Triana, banda, liderada por el teclista y cantante Jesús De la Rosa, junto con los geniales Eduardo Rodríguez a la guitarra española y “Tele” Palacios a la batería (sin obvias las imprescindibles colaboraciones de Manolo Rosa al bajo y Antonio García de Diego a la guitarra eléctrica), lograron una fusión entre rock progresivo clásico y flamenco espectacular que si uno puede abstraerse de lo interiorizada que la tenemos, es algo imposible de creer.

Decir que “Abre la puerta” es una de las canciones más espectaculares hechas en la música en castellano sobra, pero es que adicionalmente tenemos otros clásicos como “Sé de un lugar” o “Recuerdos de una noche” que serían la mejor canción en la discografía de casi cualquier otro grupo de su generación. Uno de esos discos que, una vez descubierto y asimilado, solamente queda envidiar a aquellos que aún no lo han hecho.

 

Miguel Ríos – Rocanrol Bumerang (1980)

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Origen: Granada

La razón por la que he incluido este disco es, simplemente, porque me permití ignorar activamente a Miguel Ríos durante mucho tiempo. Siempre creí que su mítico directo, Rock & Ríos era rock para gente a la que no le gustaba el rock y su estatus como clásico patrio se me hacía absurdo. La voz impostada de Ríos y las trompetas de “Bienvenidos” hacían el resto.

¿Qué cambió? Qué un día escuché “La ciudad de neón” con atención y me gustó mucho, y tirando del hilo llegué a este disco. Sin haber indagado demasiado en el resto de su discografía, a día de hoy “Rocanrol Bumerang” es uno de mis discos de rock simple y directo favoritos en castellano. Temas de rock duro como la mencionada anteriormente, “Lua Lua Lua” o el tema titular son pastillas musicales concisas, honestas y creíbles, baladas como la celebérrima “Santa Lucía” o la eltonjohniana “Compañera” son tan hermosas como bien cantadas y cosas raras como “Sueño espacial” o “Nueva ola” aportan un toque de originalidad.

Pensé que si alguien tenía el mismo prejuicio que yo hacia este cantante, este disco podría ayudarle a superarlo como me pasó a mí.

 

Banzai – Banzai (1983)

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No es el mejor ni el más célebre disco de heavy español (este es Volumen brutal de Barón Rojo), ni siquiera es el lanzamiento más reputado de Banzai (ese premio corresponde a Duro y potente), pero para mí queda como un pequeño tesoro semi-olvidado de la época. Banzai, liderados por el guitarrista Salvador Domínguez (que por cierto era colaborador habitual de Miguel Ríos) nos brindan una buena dosis de heavy metal en el que casi cada tema tiene vocación de clásico. El himno “oficial” del disco es la sensacional “Voy a tu ciudad”, pero es que si uno escucha con atención nota como temas como “Rock duro”, “Funciona legal” o “Amigo” son perfectamente merecedores de tal estatus.

Al margen de su excelente calidad musical, además, la atmósfera urbana del Madrid obrero de los ochenta (o al menos cómo me la imagino yo) te atrapa desde la primera a la última nota, y como leí una vez, si una música consigue trasladarte a otro lugar, la mitad del trabajo ya está hecho.

 

Antònia Font – Vostè és aquí (2012)

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Origen: Palma de Mallorca

Los mallorquines Antònia Font fueron uno de los grupos españoles más originales de las últimas década. A lo largo de sus 16 años de trayectoria dejaron siete discos de estudio tocando estilos que van del indie más canónico al colorido pop de Franco Battiato, pasando por la electrónica y por la rumba. Todo esto además cantando no solo en catalán, sino específicamente en el dialecto mallorquín, siendo seguramente los músicos que más lejos lo han llevado. Despidieron su trayectoria con Vostè És Aquí, su mejor y más atrevido disco.

Cuarenta canciones a lo largo de más de una hora, ninguna de ellas superando los tres minutos y generalmente por debajo de los dos. Todo un despliegue de géneros que incluye desde guiños a Sonic Youth (“Sol de taronjas”), el reggae (“Nous partons pour la France”), el pop a lo Belle and Sebastian (“Camins de plastic”), la canción de autor (“Aquest”), el art-pop (“Zoom”) o cosas raras en general (“Abraçadas són pastilles”). En un alarde de prepotencia musical se permiten infrautilizar motivos musicales memorables, esbozándolas brevemente y pasando rápidamente a la siguiente. El resultado, una avalancha de genialidad que requiere varias escuchas para su total comprensión.

 

Crack – Si todo hiciera Crack (1979)

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Origen: Gijón

Algunos de los discos mencionados en esta lista son bastante conocidos, ya sea a nivel general como en pequeños círculos. Este, por otra parte, es una rareza incluso en su escena. Se trata de rock progresivo de inspiración italiana, algo tardío (lanzado ya en 1979) y originario de Asturias, que al contrario que Cataluña o Andalucía no tenía una escena fuerte. A día de hoy incluso encontrar una copia en CD puede resultar un desafío, siendo necesario adquirir una re-edición del sello surcoreano Si-Wan.

Pese a esto, hay más de uno que considera este disco una de las grandes joyas del prog patrio, incluso la mejor de ellas. Canciones elegantes y delicadas como la anti-militarista (o más bien anti-servicio militar) “Cobarde o desertor” o “Buenos deseos” son maravillosas, y la pista titular ofrece todo un festival de teclados, sintentizadores y flautas y uno de los pasajes musicales más satisfactorios hechos en España, aquella última estrofa en la que se hace alusión al título del disco.

 

Cánovas, Rodrigo Adolfo y Guzmán – Señora azul (1974)

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Origen: Madrid

Este cuarteto, a menudo abreviado como CRAG, han sido llamados los Crosby, Stills, Nash & Young españoles, pero más allá de darle con gusto a las armonías vocales y de usar sus apellidos como nombre del grupo el parecido no va mucho más allá.

En este disco se nos obsequia con su particular manera de entender la música pop, dando momentos que recuerdan a The Zombies (“Don Samuel Jazmín”), con toques progresivos (“Carrusel”) o la canción de autor (“Solo pienso en ti”, “Nuestro Problema”). También se atreven con un número de rock canalla descarnado (“El vividor”) en el que inventan a los M-Clan de Coliseum. Y por supuesto, está “Señora azul”, una de las más perfectas composiciones del pop en castellano, con una letra ingeniosa y despiadada, dedicada, según se dice, a la censura.

Aquellos que asocian la transición a Victor Manuel y Perales como música desfasada que no ha aguantado bien el paso del tiempo podrían intentar cambiar su parecer con este disco.

 

Frutería Toñi – Tengo mis días buenos (2017)

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Origen: Málaga

Uno de los mejores discos hechos en España en la última década. Los malagueños Frutería Toñi, en este segundo LP, practican un rock sinfónico que, de tener que emparentarlo con algún referente internacional conocido, los relacionaría con Gentle Giant, aunque con un sonido y una producción más potentes que los acerca a los tiempos actuales.

Instrumentalmente son espectaculares y su cantante Salva Marina se desmarca del resto de grupos del estilo cantando con un inconfundible acento andaluz en una música que, fuera de eso, no tiene ninguna referencia al flamenco u otro estilo regional.

Hay quien siente reticencias hacia el nombre del grupo, pero esta se disipan enseguida ante el misil nuclear que la propia “Tengo mis buenos días”, la belleza Canterbury de “La órbita de Venus” o el rock duro de “Más de Black”. Hace tiempo hablamos por aquí de Banco del Mutuo Soccorso como una banda de las grandes, y hoy digo que una composición como “FTV-1 Elevado a Ñ” les haría sentir orgullosos.

 

La Búsqueda – La Búsqueda (1988)

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Origen: Palma de Mallorca

Si te digo que te imagines la new wave de aires románticos de Echo and the Bunnymen, le añadas una instrumentación cruda, mayormente acústica a lo Scott Walter, sin miedo a abusar de vientos y cuerda, y que la pases por un filtro hispano y mediterráneo, quizá te sentirías desorientado en un principio. Pero quien conozca las mencionadas referencias seguramente piense que la mezcla, de hecho, tiene bastante sentido y que no tiene por qué funcionar mal.

La Búsqueda fueron una banda de culto originaria de Palma de Mallorca que debutaron en 1988 con este disco y en una dimensión paralela se vendió muy bien y ocuparon el lugar que en esta línea temporal han ocupado Héroes del Silencio. En esta línea temporal, por otra parte, han quedado relegados a la categoría de joya por descubrir, y es que cuando uno escucha el arranque con “Ay ay ay ay” y llega a su dramático estribillo (“Por todos los santos, ten misericordia”) tiene la sensación de haber desenterrado un tesoro y solo le queda decidirse entre guardárselo como un secreto especial o compartirlo con el mundo.